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quarta-feira, 8 de dezembro de 2010

La vida biutiful

Cuando mi novio me llamó a ir “Biutiful”, no pensé dos veces: pocas son las veces en que coincidimos en nuestros intereses cinematográficos.
Yo, de mi parte, estaba loca por ver qué haría Alejandro González-Iñárritu, director de los trípticos “Babel”, “Amores Perros” y “21 Gramos”, con un actor de la talla de Javier Bardem, en una única historia y en una ciudad (única), Barcelona.
Pues muy bien. Uxbal, el protagonista, carga practicamente solo con todas las cuestiones y soluciones de la película. Tiene una personalidad densa, pero a la vez es blando, es una fortaleza, pero se está pudriendo de un cáncer terminal, se entiende y se ayuda a sí mismo, a los de su entorno y a los demás: es un hombre demasiado humano.
Tiene negocios con la mafia china y “ayuda” a los ilegales africanos, su ex mujer bipolar que le pone los cuernos con el hermano es la mismísima madre de sus hijos, a los que quiere y por quién lucha con todos los dientes, todos los días, en una Barcelona tan lejana a Gaudí, a la Sagrada Familia y aún más al sinónimo de “playa guiri”. La ciudad, retratada entre otoño/invierno, acaba haciendo parte del todo como un importante personaje a más, gris, feo, hostil y oscuro, que ve y pesa sobre todos los pasos de Uxbal, tal cual sombra.
Es una historia sobre las tragedias, pero también sobre la belleza de la vida y sobre cómo agarrarla con todas las ganas que uno pueda tener de vivir.
Salimos del cine, mi chico y yo, abrazados y en silencio, contentos por ver una peli tan profunda y a la vez tan sencilla, capaz de poner de acuerdo a cualquier pareja que no comparta gustos, pero que sí recuerde que lo único que importa es el amor.

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